En 1906 el movimiento magonista enfrentaba serias dificultades. Sus tres dirigentes -los hermanos flores Magón y Juan Sarabia- tuvieron que refugiar-se en Canadá debido a que las autoridades estadounidenses les seguían un juicio por difamación, mientras que el resto de los miembros de la Junta Organizadora permanecían en San Luis Missouri. preparaba secretamente los planes para la insurrección contra Díaz y trataba de conseguir recursos económicos. A pesar de esas dificultades, a las que se sumaba la desorganización en que se encontraban los clubes liberales en el interior de México, se fijó la fecha del levantamiento para octubre de 1906. Se contaba con que los exiliados políticos ubicados al sur de los Estados Unidos se introdujeran a territorio mexicano. y llegaran simultáneamente a los puntos estratégicos de la zona fronteriza, con el fin de sorprender al ejército federal y obligarlo a dispersarse.
Mas la insurrección magonista habría de fracasar. El gobierno de Díaz se enteró de los planes debido a que la correspondencia de los liberales fue interceptada por las autoridades postales de Estados Unidos, y debido también a que se habían infiltrado entre los insurrectos algunos agentes del gobierno porfirista. Al conocerse los detalles del proyecto revolucionario. se desató una severa persecución en contra de los rebeldes, tanto en México corno en Estados Unidos. Los magonistas fueron derrotados en combates que se libraron en Coahuila, Veracruz y Chihuahua, y sus dirigentes apresados en Los Ángeles, California, cuando planeaban un segundo intento de insurrección, que también se malogró. Después de este segundo fracaso se dispersó el movimiento magonista, pero habría de tornar nueva fuerza con las grandes movilizaciones armadas de la revolución maderista, entre 1910 y 1911.
Pugna al interior del grupo gobernante. Científicos contra Reyistas La élite porfirista se había fragmentado en varios grupos, que se preparaban a ocupar el poder ejecutivo cuando el dictador muriera o cuando la enfermedad lo hiciera renunciar. Pero la vitalidad de Díaz continuaba inquebrantable y el viejo dictador no tenía intenciones de abandonar el poder, por el contrario, aprovechó la división que se manifestaba entre sus seguidores y preparó otra de sus características maquinaciones políticas, con la intención de que los aspirantes a sucederlo se envolvieran en las redes su propia ambición.
A principios de 1899, Díaz comunicó a Limantour su decisión de no reelegirse para el siguiente periodo presidencial, y su deseo de apoyarlo para que fuera él quien ocupara la presidencia. le pidió que consultara al general Bernardo Reyes, entonces gobernador de Nuevo León, para que respaldara el proyecto, argumentando que tal respaldo era indispensable porque dicho militar contaba con una gran reputación en el ejército.
El prestigio del general Reyes no era sólo militar; había logrado con gran éxito el desarrollo económico de la entidad que gobernaba, y había convertido a Monterrey en una progresista ciudad industrial que enorgulleció al presidente y le sirvió de modelo para otras regiones todavía no desarrolladas. Tal eficacia en el desempeño político de Reyes hizo exclamar a Díaz en ocasión de una visita que hizo a Monterrey, en 1898: "General Reyes, así se gobierna; así se corresponde el soberano mandato del pueblo". Con tal exclamación pública, el dictador alentó las aspiraciones de Reyes y, al día siguiente de haber sido expresada, la prensa regiomontana consideraba al general como presidenciable.
En marzo de 1899 se celebró entre Limantour y Reyes el llamado Pacto de Monterrey, por el cual el primero se comprometía a aceptar que el segundo ocupara el Ministerio de Guerra en su futuro gabinete, a cambio de que Reyes lo respaldara en la candidatura presidencial. Al mes siguiente, Limantour salió hacia Europa para renegociar la deuda externa, y durante su ausencia, el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, hizo ver al presidente que la candidatura de Limantour no satisfacía los requisitos constitucionales, ya que era de padre francés, y tal situación planteaba la duda sobre si era necesario que un candidato a la presidencia de la República tuviera que ser mexicano de nacimiento, y además de padres mexicanos.
Bastó aquella duda para que Díaz, que en muchos otros aspectos no se preocupaba por cumplir con la Constitución, decidiera posponer el plan de llevar a Limantour a la presidencia hasta haber estudiado bien el caso. Ante tal circunstancia, Díaz "tuvo que aceptar "la reelección para el periodo 1900-1904, encargando la campaña al Círculo Nacional Porfirista, integrado por incondicionales suyos.
La nueva reelección ocurría cuando el candidato perpetuo tenía ya sesenta y nueve años, pero a pesar de ese inconveniente, que preocupaba a la opinión pública y a los mismos porfiristas, Díaz tenía todavía a su favor la carta de triunfo de la paz y el progreso. El cuatrienio que estaba por terminar había sido el más próspero y tranquilo, situación que manifestaba el cumplimiento de las promesas tantas veces hechas por Díaz en el pasado. La brillante administración de Limantour al frente de la Secretaría de Hacienda, los excedentes en las finanzas públicas, el constante incremento del PNB y, sobre todo, el despertar del espíritu de empresa en los mexicanos, eran muestras palpables de que se habían alcanzado las metas propuestas, y justificaban como nunca antes la continuidad del régimen.
Al comenzar Porfirio Díaz su sexto periodo de gobierno, crecía la preocupación de la opinión pública ante el problema que acarreaban al país el carácter personalista del presidente y su resistencia a preparar un sucesor. Por eso, el dictador continuó con su proyecto del cuatrienio anterior, en el sentido de manifestar su apoyo a Limantour, pero dejando abierta la oportunidad a Bernardo Reyes, a quien nombró Secretario de Guerra. De esta manera acallaba las preocupaciones sobre la sucesión presidencial y aparentaba preparar a su heredero.
Díaz había prometido a Limantour, cuándo le comunicó su nueva reelección en 1899, que una vez reelecto permanecería cuatro meses en el cargo, y luego pediría al Congreso una licencia por tiempo indefinido, dejándolo a él en calidad de presidente sustituto, y respaldado por Reyes. Pero pasaron cuatro meses, y habrían de pasar los cuatro años, sin que Díaz cumpliera su palabra, mientras la competencia entre los dos favoritos llegaba a convertirse en una lucha abierta por eliminarse uno al otro.
Bernardo Reyes fue tan eficiente en la Secretaría de Guerra como Limantour en Hacienda. Representaba a una nueva generación de militares, que buscaba desplazar a los viejos caudillos veteranos de la Guerra de Intervención Francesa, porque consideraba que éstos podían organizar un levantamiento armado en contra del gobierno. Reyes se dedicó a la tarea de descaudillar al ejército federal; logró también mejorar el salario de sus miembros, emprendió una reforma a fondo, organizando una milicia civil a la que llamó la Segunda Reserva, la que agregada al ejército regular, tenía como misión defender a la nación en caso de guerra con otro país, de sublevación interna o de cualquier disturbio que amenazara la paz.
Estas medidas fortalecieron políticamente a Reyes, y su popularidad alarmó al presidente e intranquilizó también al primer favorito, pero habría de ser Díaz quien aprovechara la rivalidad entre Limantour y Reyes. A finales de 1902, Porfirio Díaz comunicó al Partido Nacional Porfirista su decisión de no presentarse a las elecciones de 1904, y de favorecer la candidatura de José l. Limantour a la presidencia. Pero agregaba que si se levantaba una "ola de agitación" contra Limantour, se vería obligado a reconsiderar su retiro de la presidencia. Los porfiristas interpretaron las palabras del dictador como éste quería que se interpretaran, y se dedicaron a provocar la "ola de agitación" contra de la candidatura presidencial del ministro de Hacienda.
El argumento fundamental que se manejó a través de la prensa en contra de la candidatura de Limantour, fue el de su origen francés, pero uno de los periódicos -cuyos editores eran amigos de Rodolfo Reyes, hijo del Secretario de Guerra-llevó más lejos sus críticas y acusó de corrupción al ministro de Hacienda y a los científicos más allegados a éste. Con esta acusación, la ruptura entre reyistas y limantouristas fue completa.
Los científicos presionaron a Limantour para que denunciara al general Reyes como director de la campaña de desprestigio en su contra, y presentaron ante Díaz el artículo original de Rodolfo Reyes, con notas al margen escritas por el padre de éste.
Ante esa prueba irrefutable, el presidente pidió al general Reyes su renuncia al Ministerio de Guerra, aunque lo restituyó en su cargo como gobernador de Nuevo León.
Bernardo Reyes había sido eliminado de la contienda, pero la "ola de agitación" tuvo efectos contra Limantour y el grupo de los científicos, cuyo apodo se convirtió en sinónimo de corrupción. Pero también quedaba desprestigiado el dictador frente a la opinión pública, que lo consideró cómplice de la corrupción administrativa en Hacienda, mientras que, de paso, quedaba comprobado una vez más que Díaz aniquilaría a toda persona que se propusiera sucederlo.
Los Comicios de 1910 y la “no reelección” Para la segunda mitad del sexenio, la situación política de México preocupaba en gran medida a las potencias extranjeras que tenían inversiones en el país, principalmente a los Estados Unidos. Los gobiernos de esas potencias estaban conscientes de que se avecinaba inevitablemente un cambio de gobierno, debido a la avanzada edad del dictador, y temían que perjudicara sus intereses.
Por todo ello, una revista estadounidense, Pearson's Magazine, recogió las inquietudes de los políticos y empresarios de su país y envió a México a un reportero, James Creelman, para que entrevistara al presidente Díaz acerca del futuro político de la nación.
En las declaraciones que Díaz hizo a Creelman, este exaltaba a la democracia como el único principio de gobierno justo y verdadero, aunque en la práctica sólo sea posible para los pueblos suficientemente desarrollados.
Aseguraba el dictador haber esperado pacientemente en día en que el pueblo estuviera preparado para cambiar su gobierno, sin peligro de revoluciones armadas y sin daño para el crédito y el progreso de la nación, y dijo creer que ese día había llegado
Prometió firmemente ante Creelman retirarse del poder al termino del periodo gubernamental de 1910, cualesquiera que fueran las opiniones de sus amigos y partidarios. “Daré la bienvenida -dijo- a un partido de oposición. Si aparece, lo veré como una bendición, no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar sino para gobernar, no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar sino para gobernar, estaré a su lado. Lo ayudaré, lo aconsejaré y me olvidaré de mi mismo en la feliz inauguración de un gobierno completamente democrático en mi patria”.
Estas últimas palabras habrían de tener notable trascendencia en la política nacional, pues alentaban ala clase media a formar partidos de oposición, con la confianza de que el dictador habría de permitir ya el libre juego de la democracia en las elecciones de 1910, y cuando tal confianza fue traicionada, la misma clase media exigió con las armas el retiro que Díaz no había querido realizar voluntariamente.
En el mismo año de la entrevista Díaz-Creelman se desató la efervescencia política encaminada a prepara el proceso electoral de 1910. En los años anteriores a las elecciones habrían de formarse los partidos de oposición que Díaz esperaba ver aparecer. Pero el juego electoral lo iniciaron miembros del círculo Nacional Porfirista (el sector no científico del porfirismo) quienes en noviembre de 1908 postularon como candidato a Porfirio Díaz, sin que este estuviera de acuerdo -al menos eso dijo- y sin postular candidato a la vicepresidencia, con lo cual dejaban abierta la posibilidad de una lucha política para obtener dicho cargo.
Un mes más tarde y en respuesta a la invitación de Díaz, se formaba el primer partido oposicionista, el llamado Partido Democrático, integrado en su mayoría por simpatizantes de Bernardo Reyes. Este partido no llegó a postular al general Reyes para la presidencia y se concretó a elaborar un programa en el que, además de atacar la política hacendaría de Limantour, señalaba la necesidad de proteger al obrero y mejorar la educación. Proponían además que el sufragio estuviera limitado a las personas adineradas y capaces de leer y escribir. El Reyismo habría de cobrar fuerza popular por medio de otras organizaciones que, sin estar constituidas como partidos políticos, propusieron al General Reyes para la vicepresidencia y postularon a Díaz para la presidencia.
Por otra parte, los científicos se habían estado movilizando para evitar que Reyes llegara a figurar como candidato a la vicepresidencia, agitando en contra del Partido Democrático a través de la prensa. Organizaron el Partido Reeleccionista y proclamaron la fórmula Díaz-Corral, decisión a la que hubo de adherirse el Círculo Nacional Porfirista el cual, aunque no estaba de acuerdo con aceptar a Corral, se vio en la necesidad de unirse a los científicos para contrarrestar el reyismo.
En mayo de 1909, el partido antirreeleccionista organizó un Centro Político en la ciudad de México. Estaba presidido por el Lic. Emilio Vázquez Gómez y tenía como vicepresidente a Francisco I. Madero, quien se había trasladado a la capital para dedicarse de lleno a las actividades políticas, que habían adquirido carácter nacional gracias a la difusión de su libro La Sucesión Presidencial en 1910, cuyas ideas servían de fundamento al Centro Antirreeleccionista. Estas actividades políticas se desarrollaron en el marco de la ley, como Madero había postulado, y se apoyaban en los principios de sufragio efectivo y no reelección. La difusión de tales principios se realizó mediante las giras de algunos miembros del Centro hicieron por diversas regiones de la república, llevando su mensaje en contra de la dictadura y proponiendo un gobierno de hombres aptos y dignos, que dieran satisfacción “a las ardientes aspiraciones de los mexicanos que quieren estar gobernados por la ley y no por un hombre”.
No obstante que las actividades de los antirreeleccionistas se mantenían dentro del orden legal, fueron objeto de represiones por parte del gobierno y su periódico difusor clausurado bajo la acusación de trastornar el orden público y de injuriar al presidente, y aunque los antirreeleccionistas se sintieron defraudados porque habían confiado en las promesas de Díaz de permitir la contienda democrática, en su mayoría se mantuvieron firmes y continuaron los preparativos para las elecciones.
En abril de 1910 se efectuó la Convención del Centro Antirreeleccionista, dónde se aprobó la candidatura de Madero para la presidencia y la del Dr. Francisco Vázquez Gómez para la vicepresidencia. Por estos días se realizo una entrevista entre Díaz y Madero en un intento de este último por convencer al dictador de permitir el libre juego político, pero no se llego a ningún acuerdo. Díaz subestimaba a Madero y al peligro que podría representar para él en las elecciones. Todavía hizo Madero un último intento por convencer a Díaz de que respetara el voto, al enviarle una carta en la que lo hacía responsable de lo que pudiera suceder en caso de negarse y le pedía que “desligara su personalidad como gobernante y como candidato, a fin de que el primero sea imperturbable guardián de la ley y no se deja influir por el segundo”. Pero aquella petición tampoco fue atendida; las persecuciones contra los oposicionistas continuaron hasta afectar a Madero quien, mientras realizaba una gira por el norte de la república, fue aprehendido en Monterrey con el pretexto de que encubría a Roque Estrada, un antirreeleccionista que lo acompañaba en la gira y era acusado de haber difamado al presidente Díaz. Estrada y Madero fueron apresados y conducidos a la ciudad de San Luis Potosí, en donde luego -y por gestiones de la familia Madero-, se les permitió andar libremente, con la condición de que no abandonaran la ciudad.
Mientras el candidato antirreeleccionista quedaba confinado en San Luis Potosí, se efectuaron las elecciones primarias el 26 de junio, y las secundarias el 10 del mes siguiente, en las que resultó reelecto el presidente Díaz. El fraude fue evidente, sobre todo por que se acallo con lujo de fuerza a la oposición que Díaz había prometido “ver con beneplácito”. Tal acción del gobierno contrastaba con la legalidad dentro de la que operaban los antirreeleccionistas, y dio fundamento a Madero para decidirse a tomar el camino revolucionario que había tratado de evitar; junto con Estrada planeó el levantamiento armado y decidió que se iniciara después de terminados los festejos conmemorativos del Centenario de la Independencia.
Con motivo de celebrar este primer centenario, el gobierno porfiriano había preparado grandes festejos, a los que invitó a diplomáticos de todos los países con los que México tenía relaciones, con el propósito de mostrar al mundo el orden y el progreso alcanzado por el país, gracias a su hábil gobierno. Tal ocasión no permitía manifestación alguna de discrepancia entre pueblo y gobierno, y por ello era imprescindible mantener callada a la oposición y aparentar ante los visitantes que ésta no existía.
Las festividades no se limitaron a la capital, todo el país se dedicó a celebrar el Centenario de la Independencia, olvidando por el momento los graves problemas que padecía. En San Luis Potosí la vigilancia sobre Madero y Estrada había disminuido en parte por la euforia de las fiestas y en parte porque los prisioneros aparentaban tener una conducta normal. El 5 de octubre, un día antes de la clausura de las fiestas del centenario, Madero ya no regreso de su acostumbrado paseo por los alrededores de la ciudad potosina; disfrazado de peón se escapó en un tren que iba al norte y cruzó por Laredo la frontera con Estados Unidos para establecerse en San Antonio, Texas. En aquella ciudad, con un grupo de antirreeleccionistas, se dedicó a elaborar el Plan de la Insurrección, que ya había esbozado durante su forzada estancia en San Luis Potosí. El Plan recibió el nombre de esta ciudad, con objeto de aparentar que había sido
5.4 Los movimientos de oposición al régimen porfirista
Muchas personas tienen la idea de que la Revolución se inició gracias a Francisco Ignacio. Madero, pero la realidad es que desde el inicio del mandato de Porfirio Díaz hubo algunas sublevaciones de personas que pertenecían al antiguo régimen del liberal Sebastián Lerdo de Tejada. A continuación se enumeran algunas de estas sublevaciones.
* 1876: Mariano Escobedo
* 1877: Pedro Valdés
* 1878: Lorenzo Hernández, Javier Espino
* 1879: Miguel Negrete, Manuel Carreón, Francisco A. Nava, José del Río
Pero estas sublevaciones eran de tipo militar para tomar el poder, sin una ideología de cambio social y económico.
Fue hasta 1900 cuando surgieron los llamados "Clubes Liberales" en los que se agrupaban políticos de tradición liberal jacobina. En 1901 se celebró el Congreso Liberal en San Luis Potosí promovido por Camilo Arriaga, durante 1902 y 1903 se llevaron a cabo múltiples protestas contra la reelección de Díaz, quien respondió con cárcel y muerte a los inconformes. La acción más significativa fue la pancarta con la leyenda "La Constitución ha muerto..." en las oficinas del periódico El hijo de El Ahuizote. La libertad de prensa y asamblea, garantizadas en la Constitución de 1857 fueron suprimidas, además de que las condiciones de miseria y explotación de obreros y campesinos eran perpetuadas por las concesiones a empresa extranjeras, latifundios y tiendas de raya fomentadas durante el Porfiriato.
Un grupo de liberales entre los que se encontraban los hermanos Flores Magón comprendieron que Díaz no dejaría la presidencia a través de una derrota electoral, este grupo consideraba que la dictadura se sostenía por la fuerza de las armas y sólo por la fuerza de las armas podría caer. Por esta razón, cuando los liberales salen de la cárcel en 1904, y se exilian en los Estados Unidos, ya se habían creado dos tendencias, unos proponían reformar sólo las estructuras políticas y otros buscaban estallar la revolución social, estos últimos comenzaron a organizar en 1905 el Partido Liberal Mexicano (PLM) que hizo público su programa al siguiente año en San Luis, Missouri.
1906 es un año clave para la historia de México, ya que en ese período comienzan a organizarse las primeras insurreciones promovidas por el PLM contra la dictadura de Porfirio Díaz. El 16 de septiembre de 1906 (aniversario de la Independencia de México) el PLM había programado el inicio de la Revolución, sin embargo la sublevación fue descubierta por la policía porfirista y detectives norteamericanos, a pesar de que el levantamiento armado general fue postergado, ese año acontecieron sucesos que después fueron considerados precursores del levantamiento de 1910:
* 1 de junio: Huelga de Cananea en Sonora contra la "Cananea Consolidated Copper Company", reprimida con un saldo de 23 muertos y 22 heridos, más de 50 personas detenidas y cientos de desplazados.
* 1 de julio: Programa del Partido Liberal Mexicano difundido en el periódico Regeneración.
* 30 de septiembre: Rebelión de Acayucan, Minatitlán y Puerto México, Veracruz, reprimida por el ejército.
Desde el principio del siglo, la situación política de México tuvo una nueva fisonomía: muchos mexicanos consideraban que era necesaria una participación del pueblo en la vida política de México, y estimaban urgente que se emprendieran reformas sociales en el país.
En el campo de la cultura destacó, también con fines renovadores, el Ateneo de la Juventud, que a partir de 1908 emprendió una labor crítica contra el positivismo educativo implantado desde Benito Juárez y sostenido como doctrina oficial por el Porfiriato. El Ateneo se rebeló igualmente contra lo que consideraba limitaciones al desarrollo de la personalidad humana. Militaron en él hombres de la generación anterior como los poetas Luis G. Urbina y Enrique González Martínez, y de la nueva promoción: Antonio Caso, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes Ochoa, Julio Torri, Jesús T. Acevedo, Alfonso Cravioto y Ricardo Gómez Robelo. Con varios matices las ideas de cambio social y político se apuntaban lo mismo en el Club Liberal “Ponciano Arriaga”, gracias al cual se puso en marcha el Partido Liberal Mexicano, y entre quienes participaban en los centros católicos de mayor visión, o entre quienes, simplemente, querían que la democracia fuera algo efectivo en el país.
El periódico Regeneración de los Flores Magón
El periódico Regeneración de los Flores Magón
Contra esta actitud de Reforma y de renovación, estaban los porfiristas, que no querían que las cosas comenzaran a cambiar. Pese a ello la agitación comenzó a crecer, y se sintió inquietud en muchos sitios. Los miembros del Partido Liberal Mexicano aumentaron sus actividades públicas y clandestinas, lo mismo editaban periódicos como Regeneración –que llegó a imprimir hasta 28, 000 ejemplares– como formaban sociedades secretas para preparar y excitar la lucha armada. A la inspiración de ese mismo partido se debieron varios brotes rebeldes, o estallidos de huelga, como el de Cananea, Sonora en 1906; el asalto a la Aduana de Nogales, el mismo año, así como los actos de rebeldía que aparecieron también en 1906, en Jiménez, Coahuila; la Acayucan, Minatitlán, Puerto México y Chinameca en Veracruz y de levantamientos armados en varios sitios de Coahuila y Chihuahua, seguidos de la rebelión obrera de Río Blanco en 1907.
Cuando en 1910, estalló la revolución armada encabezada por Madero, los componentes del Partido Liberal Mexicano actuaron en forma independiente, sobre todo en los Estados del Norte ya que la Junta Organizadora del PLM operaba en el exilio al sur de los Estados Unidos. En este lapso la acción más significativa del PLM fue la Rebelión de Baja California, territorio que los liberales tomaron con el apoyo de extranjeros socialistas y anarquistas afiliados al grupo Trabajadores Industriales del Mundo en 1911 pero fueron combatidos por los soldados federales -y luego por los maderistas- quienes los derrotaron finalmente con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos. Entre 1910 y 1913, las milicias del Partido Liberal tomaron varias poblaciones fronterizas del norte del país y actuaban en otros Estados del sur como Michoacán y Veracruz. La Entrevista Díaz-Creelman
5.5 La entrevista a Diaz y el surgimiento de partidos políticos.
Ideas de Reforma, estudios sociales y económicos, lo mismo que una propaganda más o menos intensa de quiénes deseaban un cambio en la situación, fueron preparando el ambiente favorable a un despertar cívico que encontró una ocasión inesperada para manifestarse cuando Porfirio Díaz fue entrevistado por James Creelman, redactor del Pearson´s Magazine, en marzo de 1908.
La agitación que sobrevino poco después, fue prácticamente incontenible. En resumen, Díaz, le expresó al periodista norteamericano que, en su opinión, el pueblo mexicano ya estaba apto para la democracia, y él prometía retirarse a la vida privada una vez que concluyese su período de gobierno en 1910:
“He esperado con paciencia el día en que el pueblo mexicano estuviera preparado para seleccionar y cambiar su gobierno en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin perjudicar el crédito nacional y sin estorbar el progreso del país. Creo que ese día ha llegado. Si en la República, agregó, llegase a surgir un partido de oposición, lo miraría como una bendición y no como un mal, y si ese partido desarrollara poder, no para explotar, sino para dirigir, yo lo acogería, lo apoyaría y me consagraría a la inauguración feliz de un gobierno completamente demócrata…”
La entrevista provocó muchas reacciones. Algunos pensaron que el presidente hablaba así porque quería provocar una corriente favorable a su causa que le permitiera seguir en el poder; y no faltaron quienes supusieron que la entrevista fue una trampa que le tendieron sus enemigos. En la práctica ocurrió que, a través de folletos y por otros medios, no pocos políticos insistieron en la conveniencia de que siguiera Díaz en el poder por lo que lo presionaron a efectuar de nuevo una reelección, pero otros pensaron que ya era necesario e indispensable un cambio de fondo.
En esta época, surgieron 2 grupos principales dispuestos a la lucha electoral: el Partido Nacionalista Antirreeleccionista y el Partido Democrático, con ciertas tendencias independientes, mientras otros, como el Partido Nacional Porfirista y el Partido Científico optaron por reorganizarse para actuar mejor ante la inminencia de una campaña de carácter electoral. Otra agrupación que también se desarrolló con cierta amplitud, fue el Partido Revista.
En el Partido Democrático se encontraban personas que encontraban preferible que Porfirio Díaz siguiera al frente del poder, pero que se buscara a un candidato distinto a Ramón Corral para la Vicepresidencia de la República. Así lo manifestaron en abril de 1909, aunque no alcanzando popularidad, el Partido, al final se deshizo. Ante esta situación, los Científicos presentaron como Candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, respectivamente, a Porfirio Díaz y a Ramón Corral.
En mayo de 1909 estaba funcionando ya el centro Antirreeleccionista en cuyas filas se hallaban personas que poco más tarde iban a tener una importante actuación política, como fueron, entre otros, Francisco I. Madero, Emilio Vázquez Gómez, Toribio Esquivel, José Vasconcelos y Luis Cabrera. El primero de ellos, Madero, se había hecho célebre para entonces, con motivo de la publicación de un libro suyo llamado “La Sucesión Presidencial en 1910”, en la que hizo un estudio de la situación política mexicana, con cierto criterio independiente.
El Partido Reyista, sin tener propiamente un programa doctrinal completo, comenzó a trabajar para presentarse a las elecciones con dos candidatos: el General Porfirio Díaz para la presidencia de la República y el General Bernardo Reyes para la Vicepresidencia; pero en vista de que Porfirio Díaz realizó diversas maniobras contra este último y aun lo comisionó con un pretexto de tipo militar para ir a Europa, y dejarlo fuera de la escena política; el Partido Reyista se deshizo, y al carecer de objeto inmediato; sus componentes se reorganizaron después y formaron el Partido Nacionalista Democrático, que participó junto con el más combativo y numeroso Partido Antirreeleccionista, en la Convención Nacional Independiente, de abril de 1910, que tuvo lugar en la Ciudad de México. Para dar impulso y vigor al partido y a la reunión citada, Francisco I. Madero realizó una gira por algunos Estados de la Nación, que logró despertar entusiasmo en algunos y que la Convención contara con muchos integrantes. Plenamente instalada esta última y puesto a discusión el tema de las elecciones, se resolvió presentar como candidato a la Presidencia de la República a Francisco I. Madero, y como candidato a la Vicepresidencia a Francisco Vázquez Gómez, antiguo médico de Porfirio Díaz, de quién se había distanciado políticamente para entonces. Al mismo tiempo que se lanzaba esa fórmula de Madero-Vázquez Gómez, los convencionistas elaboraron un programa que iba a servir como bandera de lucha, y en la cual los principios de “no reelección” del Presidente y de los Gobernadores, y de “Sufragio efectivo”, eran esenciales. La campaña, en consecuencia, no tuvo sino dos rivales, el Partido Antirreeleccionista y el Partido Reeleccionista o Científico.
5.6Madero y su Partido Antireeleccionista
En su calidad de candidato a la Presidencia de la República, Francisco I. Madero realizó una nueva gira política por diversos sitios, despertándose no escaso entusiasmo a favor de sus planteamientos de oposición al régimen de Porfirio Díaz, enfocadas a lograrlo no por la violencia, sino por la participación de los ciudadanos el día de las elecciones. El gobierno se alarmó a la vista de tal situación y decidió actuar aprehendiendo a Madero acusándolo de haber incurrido en delitos de ultrajes a la autoridad y de intento de rebeldía en Monterrey, conduciéndolo después a San Luis Potosí para que se siguiera el proceso correspondiente; su defensa logró que saliera libre bajo caución, pero con el deber de permanecer en la ciudad. En este ambiente tenso, difícil, en el que la violencia política ya se dejaba sentir por ambas partes, tuvieron lugar las elecciones a mediados de 1910, que se efectuaron con todas las irregularidades que eran de suponerse para evitar que los antirreeleccionistas pudieran ganar. El Congreso conformado por porfiristas, expresó que habían resultado triunfantes Porfirio Díaz y Ramón Corral y que ocuparían tales cargos en el periodo 1910-1914. Francisco I. Madero, persuadido de que toda solución pacífica era imposible, se fugó de San Luis Potosí hacia San Antonio, Texas, y dispuesto a iniciar la lucha armada, proclamó allí el Plan de San Luis, de 5 de Octubre de 1910, en el que dijo: “Haciéndome eco de la voluntad nacional, declaro ilegales las pasadas elecciones y quedando por tal motivo la República sin gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la Presidencia de la República, mientras el pueblo designa conforme a la ley a sus gobernantes”. Acto seguido, señaló en el artículo 7 de dicho plan, “El 20 de Noviembre, desde las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente nos gobiernan”. Ese día, sin embargo, prácticamente no pasó nada, y, salvo los acontecimientos de Puebla del día 18, la mayor parte de los brotes rebeldes de escasa importancia estallaron en los días subsiguientes.
El gobierno porfirista se aprestó a acabar con los centros Antireeleccionistas que más peligro implicaban, y tomó disposiciones en contra de los de México y Puebla. En esta última ciudad, Aquiles Serdán encabezaba a los antireeleccionistas; se supo que en su casa se encontraban algunos individuos con armas y la policía se aprestó a hacer un cateo para proceder en contra de ellos pero cuando los gendarmes llegaron se les hizo fuego, muriendo en el acto Miguel Cabrera, Jefe de la Policía en Puebla y prolongándose el tiroteo por mucho tiempo haciéndose necesaria la intervención del ejército para sitiar la casa y ocuparla finalmente. El 20 de noviembre, Madero atravesó el puente internacional para impulsar el movimiento revolucionario en Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras), pero no tuvo éxito y le fue preciso regresar a territorio norteamericano. Esto parecía un completo fracaso pero en el curso de las semanas siguientes cambió el panorama y la revuelta comenzó a extenderse por muchos sitios a la par que se dejaba sentir, asimismo, la influencia de los Estados Unidos, que en la práctica favorecieron al maderismo al movilizar veinte mil soldados hacia la frontera mexicana para “mantener la neutralidad”, y al disponer que varios barcos de guerra se dirigieran a puertos mexicanos del Golfo. Tales maniobras militares y navales fueron una presión para el gobierno porfirista. Entre los Jefes rebeldes que se lanzaron a la rebelión en ese entonces, pueden mencionarse los siguientes; Emiliano Zapata, Ambrosio y Rómulo Figueroa, y Manuel Asúnsulo en Morelos; Salvador Escalante y Ramón Romero en Michoacán y Jalisco; Gabriel Hernández en Hidalgo y Pascual Orozco en Chihuahua entre otros. En Chihuahua las acciones de Abraham González fueron determinantes en los primeros días.
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